sábado, 28 de abril de 2012

LECCION 3 (Primera parte): EL AMIGO INSISTENTE.

LECCION 3 (Primera parte): EL AMIGO INSISTENTE.
LECTURA BIBLICA: LUCAS 11:5-13; Mateo 7:7-11; Lucas 18:1-8

UN REPASO DE LAS LECCIONES ANTERIORES…
¿Qué es la oración? (Es conversar con Dios)
¿A quién debemos orar? (Al Dios eterno y verdadero)
¿Quién puede orar? (Cualquier persona puede orar a Dios pidiendo perdón por sus pecados)
(Solamente los hijos de Dios pueden realmente llamar a Dios “Padre celestial” y pueden orar acerca de cualquier cosa)
¿Por qué cosas deben orar los hijos de Dios?
(a)    Porque el nombre de Dios sea glorificado.
(b)   Porque el Reino de Dios venga pronto.
(c)    Porque la voluntad de Dios sea hecha en la Tierra así como en el Cielo.
(d)   Por nuestras necesidades.
(e)   Por perdón.
(f)     Por victoria sobre la tentación.

La historia de la semana pasada era sobre la oración que Jesús les enseñó a sus discípulos (El Padre Nuestro).
Inmediatamente después de enseñarles la manera en que debían orar, el Señor Jesús les enseñó un aspecto muy importante acerca de la oración; y se los enseñó mediante esta historia:
¡Tan, tan, tan! En la oscuridad de la noche, el dueño de la casa escuchó los golpes de alguien que llamaba a su puerta. ¡Tenía tanto sueño! No quería levantarse de la cama. Cerró los ojos y trató de dormir otra vez.
¡Tan, tan, tan! Otra vez llamaron con más fuerza. “¿Quién será? ¿Por qué tocarán la puerta a estas horas de la noche? ¡Medianoche! Todo el mundo está durmiendo”. El padre estaba en silencio. Todos su hijos dormían. No quería despertarlos. “Ojalá se vaya luego, para poder dormir otra vez”, pensó el padre.
En ese momento tocaron más fuerte que antes. Oyó la voz de su vecino: “Amigo, ¿tienes tres panes que me prestes?”
“Cómo no se calla -pensó el padre- va despertar a mis hijos. ¿Por qué tiene que pedir pan a esta hora?”
Su vecino llamó otra vez: -Un amigo mío acaba de llegar a mi casa. Tiene hambre y yo no tengo nada que ofrecerle. Por favor, ¿no quieres ayudarme?
Ni aún así el padre quería abrir la puerta. “Ojalá que se vaya a su casa o que vaya a pedirle a otra persona, quiero dormir”. Luego dijo enojado: -¡No me molestes. No ves que la puerta ya está cerrada.
Mis hijos y yo estamos acostados. No puedo ayudarte!

Se dio vuelta al otro lado de la cama y se dispuso a dormir.

Pero no pudo dormir, su vecino no se iba. Siguió tocando la puerta una y otra vez. “¿Por qué seguirá golpeando la puerta?” Se preguntaba el padre. ¿Qué está esperando? ¿No se da nunca por vencido?

Por fin el padre, sin poder soportarlo más, se levanto en silencio, encendió una lámpara, caminó de puntillas hacia la cocina, sacó tres panes y le abrió la puerta.
...Su amigo todavía seguía esperando. Rápidamente le dio el pan.
¡Gracias, gracias, muchas gracias, amigo! Exclamó el vecino.
Ahora el padre podía volver a la cama y dormirse…

Cuando el Señor Jesús terminó de contarles esta historia a sus discípulos, les explicó: “De la misma manera sucede con la oración. Si son insistentes en pedir, recibirán. Si son insistentes en buscar, hallarán. Si son insistentes en llamar, la puerta se abrirá. Porque el que pide, siempre recibe; y el que busca, siempre encuentra; y se le abre la puerta al hombre que llama”.

¿Qué quiso decir el Señor Jesús?

Quiso decir que si bien la oración es algo tan sencillo, quizá pensemos que todo lo que tenemos que hacer es pedirle a Dios cualquier cosa  y que inmediatamente Él nos la dará.
Debido a eso quizá pedimos cosas que no son buenas para nosotros. O, quizás después de recibir lo que hemos pedido nos damos cuenta que no lo queríamos.

Así que al pedirle a Dios en oración aquello que deseamos, debemos pedirlo repetidamente.
En nuestro constante pedir, empezaremos a buscar aquello que es Su voluntad. Miraremos a nuestro corazón para estar seguros de que lo que estamos pidiendo será para la gloria de Dios. Su demora o tardanza en darnos lo que pedimos nos puede llevar a darnos cuenta que lo que estamos pidiendo puede ser malo para nosotros o nos transformaría en una persona orgullosa. Y el orgullo no le agrada a Dios, es pecado. Y debemos confesar nuestro pecado al orar.

Cuando pedimos, buscando la voluntad de Dios, podemos estar seguros que Él va a satisfacer toda necesidad.

Después de contar la historia del amigo insistente, Jesús agregó: “¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan?” Los hombres de seguro pensaron: “Por supuesto que no. Nunca engañaría a mi hijo dándole una piedra si me está pidiendo pan?
Jesús continuó: “¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente?” Los padres sabían la respuesta a esa pregunta. “¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?”
¡Por supuesto que no!

Entonces –explicó Jesús- Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto más el Padre del cielo dará buenas cosas a aquellos que se lo pidan".

Dios, nuestro Padre Celestial, no es como el padre que no quería que su vecino lo molestara.
Dios desea que sus hijos se acerquen a Él una y otra vez, por medio de la oración.
Él quiere que le pidamos insistentemente las cosas que necesitamos y deseamos, aquellas cosas que serán para la gloria de Dios.
Él sabe lo que es mejor para nosotros y nos lo dará a su tiempo, si insistimos en pedirle.

Disfruta de este video:


APRENDE DE MEMORIA:
“Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones…”
1ª Pedro 3:12.

Agradecimientos a LA BIBLIA ILUSTRADA (NUEVO TESTAMENTO) TOMO 9 LA ORACIÓN.
video Parábola del amigo insistente. J L Olguín M

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