sábado, 28 de abril de 2012

LECCION 3 (Primera parte): EL AMIGO INSISTENTE.

LECCION 3 (Primera parte): EL AMIGO INSISTENTE.
LECTURA BIBLICA: LUCAS 11:5-13; Mateo 7:7-11; Lucas 18:1-8

UN REPASO DE LAS LECCIONES ANTERIORES…
¿Qué es la oración? (Es conversar con Dios)
¿A quién debemos orar? (Al Dios eterno y verdadero)
¿Quién puede orar? (Cualquier persona puede orar a Dios pidiendo perdón por sus pecados)
(Solamente los hijos de Dios pueden realmente llamar a Dios “Padre celestial” y pueden orar acerca de cualquier cosa)
¿Por qué cosas deben orar los hijos de Dios?
(a)    Porque el nombre de Dios sea glorificado.
(b)   Porque el Reino de Dios venga pronto.
(c)    Porque la voluntad de Dios sea hecha en la Tierra así como en el Cielo.
(d)   Por nuestras necesidades.
(e)   Por perdón.
(f)     Por victoria sobre la tentación.

La historia de la semana pasada era sobre la oración que Jesús les enseñó a sus discípulos (El Padre Nuestro).
Inmediatamente después de enseñarles la manera en que debían orar, el Señor Jesús les enseñó un aspecto muy importante acerca de la oración; y se los enseñó mediante esta historia:
¡Tan, tan, tan! En la oscuridad de la noche, el dueño de la casa escuchó los golpes de alguien que llamaba a su puerta. ¡Tenía tanto sueño! No quería levantarse de la cama. Cerró los ojos y trató de dormir otra vez.
¡Tan, tan, tan! Otra vez llamaron con más fuerza. “¿Quién será? ¿Por qué tocarán la puerta a estas horas de la noche? ¡Medianoche! Todo el mundo está durmiendo”. El padre estaba en silencio. Todos su hijos dormían. No quería despertarlos. “Ojalá se vaya luego, para poder dormir otra vez”, pensó el padre.
En ese momento tocaron más fuerte que antes. Oyó la voz de su vecino: “Amigo, ¿tienes tres panes que me prestes?”
“Cómo no se calla -pensó el padre- va despertar a mis hijos. ¿Por qué tiene que pedir pan a esta hora?”
Su vecino llamó otra vez: -Un amigo mío acaba de llegar a mi casa. Tiene hambre y yo no tengo nada que ofrecerle. Por favor, ¿no quieres ayudarme?
Ni aún así el padre quería abrir la puerta. “Ojalá que se vaya a su casa o que vaya a pedirle a otra persona, quiero dormir”. Luego dijo enojado: -¡No me molestes. No ves que la puerta ya está cerrada.
Mis hijos y yo estamos acostados. No puedo ayudarte!

Se dio vuelta al otro lado de la cama y se dispuso a dormir.

Pero no pudo dormir, su vecino no se iba. Siguió tocando la puerta una y otra vez. “¿Por qué seguirá golpeando la puerta?” Se preguntaba el padre. ¿Qué está esperando? ¿No se da nunca por vencido?

Por fin el padre, sin poder soportarlo más, se levanto en silencio, encendió una lámpara, caminó de puntillas hacia la cocina, sacó tres panes y le abrió la puerta.
...Su amigo todavía seguía esperando. Rápidamente le dio el pan.
¡Gracias, gracias, muchas gracias, amigo! Exclamó el vecino.
Ahora el padre podía volver a la cama y dormirse…

Cuando el Señor Jesús terminó de contarles esta historia a sus discípulos, les explicó: “De la misma manera sucede con la oración. Si son insistentes en pedir, recibirán. Si son insistentes en buscar, hallarán. Si son insistentes en llamar, la puerta se abrirá. Porque el que pide, siempre recibe; y el que busca, siempre encuentra; y se le abre la puerta al hombre que llama”.

¿Qué quiso decir el Señor Jesús?

Quiso decir que si bien la oración es algo tan sencillo, quizá pensemos que todo lo que tenemos que hacer es pedirle a Dios cualquier cosa  y que inmediatamente Él nos la dará.
Debido a eso quizá pedimos cosas que no son buenas para nosotros. O, quizás después de recibir lo que hemos pedido nos damos cuenta que no lo queríamos.

Así que al pedirle a Dios en oración aquello que deseamos, debemos pedirlo repetidamente.
En nuestro constante pedir, empezaremos a buscar aquello que es Su voluntad. Miraremos a nuestro corazón para estar seguros de que lo que estamos pidiendo será para la gloria de Dios. Su demora o tardanza en darnos lo que pedimos nos puede llevar a darnos cuenta que lo que estamos pidiendo puede ser malo para nosotros o nos transformaría en una persona orgullosa. Y el orgullo no le agrada a Dios, es pecado. Y debemos confesar nuestro pecado al orar.

Cuando pedimos, buscando la voluntad de Dios, podemos estar seguros que Él va a satisfacer toda necesidad.

Después de contar la historia del amigo insistente, Jesús agregó: “¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan?” Los hombres de seguro pensaron: “Por supuesto que no. Nunca engañaría a mi hijo dándole una piedra si me está pidiendo pan?
Jesús continuó: “¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente?” Los padres sabían la respuesta a esa pregunta. “¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?”
¡Por supuesto que no!

Entonces –explicó Jesús- Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto más el Padre del cielo dará buenas cosas a aquellos que se lo pidan".

Dios, nuestro Padre Celestial, no es como el padre que no quería que su vecino lo molestara.
Dios desea que sus hijos se acerquen a Él una y otra vez, por medio de la oración.
Él quiere que le pidamos insistentemente las cosas que necesitamos y deseamos, aquellas cosas que serán para la gloria de Dios.
Él sabe lo que es mejor para nosotros y nos lo dará a su tiempo, si insistimos en pedirle.

Disfruta de este video:


APRENDE DE MEMORIA:
“Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones…”
1ª Pedro 3:12.

Agradecimientos a LA BIBLIA ILUSTRADA (NUEVO TESTAMENTO) TOMO 9 LA ORACIÓN.
video Parábola del amigo insistente. J L Olguín M

sábado, 21 de abril de 2012

LECCION 2: LA ORACIÓN MODELO.

LECTURA BIBLICA: MATEO 6:6-15; 7:7-11; LUCAS 11:1-13.
En nuestra lección de hoy vamos a estudiar acerca de la oración por el método de observación. Fijaremos la atención en una PERSONA que llevó una vida de oración constante. También aprenderemos una ORACIÓN MODELO, que pronunció con sus labios, que nos ayudará cuando oremos.
1ª Enseñanza:
Al comenzar su ministerio, el Señor Jesús fue bautizado en el río Jordán. Se nos dice que Jesús estaba orando a Dios el Padre al ser bautizado (Lucas 3:21). Las palabras que dijo en esa oración no están escritas. Pero aprendemos algo muy importante: Antes de predicar un sermón o hacer un milagro, el Señor Jesús oraba. Él, el Hijo de Dios, nos estaba enseñando que todo servicio a Dios debe empezarse con una oración a Dios.
2ª Enseñanza:
Llegó el tiempo de que el Señor Jesús escogió a sus doce discípulos. Esta elección era de mucha importancia. Los discípulos iban a vivir con Él durante sus tres años de ministerio. A ellos les iba a entregar la obra de Dios al final de esos tres años. El Hijo de Dios tenía que saber cuál era la voluntad de su Padre.
Se nos dice que el Señor Jesús “fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios” (Lucas 6:12).
Entonces, aquí tenemos otra enseñanza acerca de la oración que deben anotar en sus cuadernos y contársela a otros.
Para conocer la voluntad de Dios, pasa bastante tiempo a solas con Dios.

3ª Enseñanza:
El Señor Jesús fue con tres de sus discípulos (Pedro, Juan y Jacobo) a un monte. Otra vez el Señor Jesús oró. Aunque Él era Dios desde la eternidad, Él había escogido ser hombre. Como hombre, dependía de su Padre Dios. Para el Señor Jesús, era un gozo orar. Amaba hablar con su Padre. En esta ocasión, mientras oraba, su rostro cambió y sus ropas se hicieron “blancas y resplandecientes” (Lucas 9:29). En el bendito cuerpo del Señor Jesucristo estaba la gloria de Dios Padre. (2ªCorintios 5:19) Aquel día, en el monte, y de una manera muy especial, la gloria de Dios estaba sobre Él. Y la gloria que estaba dentro de Él brilló al exterior.
¿Qué otra enseñanza aprendemos de esto? Nuestra vida es cambiada, y la gloria del Señor nuestro Dios está sobre nosotros cuando pasamos tiempo en oración.
Un día, cuando el Señor Jesús estaba orando, los discípulos se dieron cuenta que ellos mismos no oraban como debía ser. Así que uno de ellos le dijo: “Señor, enséñanos a orar”.
Antes de hacerlo, el Señor Jesús les advirtió: “Cuando oren, no uses vanas repeticiones, como hacen los hipócritas, que piensan que por su palabrería serán oídos” (Mt.6:7). Orar, verdaderamente es conversar con Dios, tan sencillo como un niño conversa con su padre. Él mismo Hijo de Dios nos prohíbe repetir oraciones vacías y sin significado.
De modo que para que tuvieran un modelo para saber cómo hablar con Dios, y qué peticiones hacerle, Jesús les enseñó (y a nosotros también): “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén”.
Es una oración tan corta que fácilmente podemos memorizarla y decirla casi sin pensarla. Es una oración que nos enseña a orar. ¿Qué nos enseña? Que por lo menos debemos incluir seis cosas en nuestras oraciones.
La primera parte de la oración se relaciona con Dios mismo.
1. La verdadera oración se empieza con reverencia y adoración.
Cuando un hijo de Dios habla con su Padre que está en los cielos, debe hablarle con reverencia, honra y amor: “Padre nuestro que estás en los cielos”. A pesar de que no podemos verle, le hablamos con gran respeto. Cuando decimos: “Santificado sea tu nombre” estamos recordando que Dios es perfecto en santidad y, por lo tanto, no ha pecado. Debido a lo que Él es, nos dirigimos a Él con amor y respeto (Juan 17:1,11,25) Debemos inclinarnos en reverencia y adoración antes de pedir cualquier cosa para nuestro provecho.
2. Debemos orar por el futuro.
Va a llegar el día cuando el reino de Dios será establecido aquí en la Tierra. El reino estará formado por todos aquellos que reconocen al Señor Jesucristo como el Hijo de Dios y el Salvador. Cuando oramos: “Venga tu reino”, debemos recordar nuestra responsabilidad de compartir con otros las buenas nuevas de salvación. (Apocalipsis 22:20).
3. Debemos orar para conocer y hacer la voluntad de Dios.
Hay gozo en el cielo porque aquellos que están allí, con amor hacen la voluntad de Dios. Cuando nosotros hacemos la voluntad de Dios aquí en la tierra, también tenemos gran gozo. Si estamos totalmente dispuestos a hacer lo que Dios quiere que hagamos, oraremos: “Hágase tu voluntad, como en el cielo así también en la tierra”.
Así como la primera parte de la oración está relacionada con Dios, la segunda parte de la oración lo está con nosotros.
4. La oración incluye pedir por las necesidades diarias.
Dependemos de Dios, nuestro amante Padre, para todas las necesidades de la vida: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. Él soluciona nuestras necesidades cuando le pedimos específicamente por ellas. (Mateo 6:33; Filipenses 4:6,7).
5. La oración incluye perdonar a otros y pedir el perdón de nuestros propios pecados.
Aún después de llegar a ser miembros de la familia de Dios, hacemos cosas malas. Cuando oramos debemos confesar estos pecados y pedir perdón. (1ªJuan 1:9) Así como Dios perdona nuestros pecados, debemos perdonar a otros, aún aquellos que nos han ofendido gravemente.
Así que nuestra oración debe ser: “Y perdónanos nuestras deudas (pecados), como también nosotros perdonamos a nuestros deudores (aquellos que nos ofenden)”.
6. Debemos orar porque seamos librados de pecar.
Porque sabemos que tenemos debilidades que nos hacen pecar, debemos clamar a Dios que nos libre de situaciones donde podamos ser vencidos por Satanás. Por eso es que pedimos: “Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal (del maligno)”. El Señor Jesús puede detener las fuerzas de maldad y oscuridad y librar a sus hijos de pecar. Él lo hará cuando le pidamos la victoria (1ªCorintios 10:13).
Este modelo de oración fue dado a los discípulos y a los judíos que vivían en esos días. Pero es un modelo igualmente bueno para los cristianos de hoy. Es muy importante orar con fe y con entendimiento. No tenemos que usar las mismas palabras. Debemos evitar las “vanas repeticiones”, es decir, palabras sin entenderlas.
Debemos orar porque:
a) El nombre de Dios sea glorificado.
b) El reino de Dios venga.
c) La voluntad de Dios sea hecha.
Además debemos orar por:
d) Nuestras necesidades.
e) El perdón de los pecados.
f) La victoria sobre la tentación.
Recuerda muy bien que es muy posible que conozcas todos estos aspectos y no sepas orar.
APRENDERÁS A ORAR SOLAMENTE DE UNA MANERA: ORANDO.

Padre Nuestro

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga tu reino.
Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal;
porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos.
Amén.
Mateo 6:9-13

Y una alabanza para adorar a nuestro Señor:
"Bueno es alabar Oh Señor tu nombre"
BUENO ES ALABAR OH SEÑOR
Bueno es alabar Oh Señor, Tu nombre
Darte gloria, honra y honor, por siempre
Bueno es alabarte Jesús
Y gozarme en Tu poder

Porque grande eres Tú
Grandes son Tus obras
Porque grande eres Tú
Grande es Tu amor
Grande es Tu gloria

Bueno es alabarte señor...
Agradecimientos a LA BIBLIA ILUSTRADA (NUEVO TESTAMENTO) TOMO 9 LA ORACIÓN.

sábado, 14 de abril de 2012

LECCION 1: EL FARISEO Y EL PUBLICANO.

TEMA: LA ORACION
LECCION 1: EL FARISEO Y EL PUBLICANO.
LECTURA BIBLICA: MATEO 23:1-30; LUCAS 18:9-14; ISAIAS 40:19; 44:14-19.

¿Cómo se llama el presidente de nuestro país? ¿Le han visto personalmente? ¿Han conversado con él? Si quisieran hablan con él, ¿podrían entrar en su casa a cualquier hora y decirle lo que quieren? Por supuesto que no, el presidente es una persona muy ocupada. Tendría que ser una razón muy, muy importante. Y aun seguramente necesitarían un permiso especial para presentarse ante él.

Hay alguien que es superior y mucho mayor que cualquier gobernante de cualquier país. El es nuestro Dios, el que creó el cielo y la tierra. El es grande, sabio y poderoso. ¿Permite Dios que la gente esté en su presencia en cualquier momento y converse con El a cualquier hora? Por supuesto que sí, es más, no solamente permite que la gente entre en su presencia, sino que las invita a entrar. Aquel que hizo el mundo, los árboles, el pasto, las flores, las montañas, los animales y la gente, desea que la gente converse con El. Dios que todo lo sabe y todo lo puede, está siempre dispuesto a escuchar a aquellos que conversan con El.
Conversar con Dios es algo sencillo. Sin embargo en el mundo hay mucha gente que sabe muy poco o nada acerca de la verdadera oración. Otros no saben que Dios ha establecido ciertas reglas que deben ser obedecidas si la oración ha de ser contestada.
Muchos de los que dicen que oran, no oran al Dios vivo y verdadero. ¿Por qué? Porque no lo conocen. La Biblia nos dice que ciertas personas oran a ídolos que ellos mismos han hecho y han adornado con oro y plata (Isaías 40:19).
Si un hombre es demasiado pobre para comprar un ídolo de oro, puede cortar un árbol, quizás uno que el mismo haya plantado. Usará parte de la madera para hacer fuego y calentarse con él. Puede usar otra parte para hornear su pan. Y tomará el resto de la madera y tallará en ella una imagen. Luego arrodillándose ante ella, la adorará y orará diciendo: “Líbrame, porque mi dios eres tú” (Isaías 44:14-19).
Este hombre no se detendrá a pensar: “Este solo es un trozo de madera. He quemado parte de ella para calentarme, he usado otra parte para hornear mi pan. ¿Cómo puede el resto de ella ser dios? ¿Por qué oro ante un trozo de madera? ¿Puede un dios de madera oírme?” No, no se hará estas preguntas. Simplemente ora a su trozo de madera como si realmente fuera un dios que pueda escuchar y responder a la oración. ¡Tremendo error!
Hay hombres y mujeres que suben las gradas de los templos apoyados en sus manos y rodillas, creyendo que al hacer esto, su dios (una imagen) oirá sus oraciones. Otras personas escriben sus oraciones en un papel y las pegan en una pared, con la esperanza de que serán escuchadas.
Muchas personas creen que si ofrecen sacrificios a sus dioses, estos responderán sus oraciones. Y aun hay algunos que suponen que el verdadero Dios del cielo exige un sacrificio para escuchar sus oraciones. Pero muchos años atrás, un profeta de Dios (Isaías) dijo al pueblo de Dios, Israel, que ningún sacrificio que el hombre pudiera hacer sería lo suficientemente grande para el Dios vivo. Explicó que aunque la gente cortara todos los arboles y le ofreciera todos sus animales a Dios, su ofrenda no sería suficiente. (Isaías 40:16).
Hay algunos que creen que si una persona es suficientemente buena, sus oraciones serán escuchadas. Hace mucho tiempo, cuando el Señor Jesús vivió en la tierra, había un grupo de hombres que se consideraban buenos. Eran importantes gobernantes del pueblo judío. Se les llamaba fariseos.
Los fariseos no adoraban a los ídolos de madera, o de piedra, ni de oro o plata. ¡No!, Adoraban al Dios vivo y verdadero. Los fariseos usaban largas túnicas con amplios ribetes para que la gente los reconociera cuando caminaban por las calles y los mercados. Les encantaba que el pueblo los reconociera, especialmente cuando les decían: “¡Saludos, Rabino!”.
Todos pensaban que los fariseos eran fieles a Dios, que estudiaban cuidadosamente las leyes de Dios y que aun agregaban sus propias leyes. Cumplían la ley en forma estricta. Esto incluía darle regularme a Dios la decima parte de su dinero. Les estaba prohibido tocar animales muertos. No se acercaban a las personas enfermas. Creían que si lo hacían faltaban a sus leyes.
Los fariseos estudiaban las Escrituras para poder contestar las preguntas que pudiera hacerles la gente acerca de la Palabra de Dios. Se ataban a la frente y brazos pequeños estuches de cuero en los que llevaban porciones de las escrituras. ¡Qué religiosos eran! Debido a que estos hombres vivían en forma tan estricta, en las fiestas y en la sinagoga les cedían los asientos más importantes. ¡Qué satisfechos se sentían de la atención que les prestaba la gente por la importancia de su posición!
Muy a menudo estos fariseos iban al templo a orar. No piensen que hacían oraciones cortas y se iban luego a su casa. ¡De ninguna manera! Siempre hacían largas oraciones (Mateo 23:1-30). Los fariseos pensaban que sus oraciones agradaban a Dios. Quizás la gente que escuchaba a los fariseos deseaba ser tan elocuentes como ellos. Pero, ¿qué pensaba Dios de sus oraciones? Una historia que contó el Señor Jesús, nos da la respuesta.
Jesús dijo que dos hombres habían ido al templo a orar. Uno era fariseo y el otro publicano (cobrador de impuestos). Cuando el orgulloso fariseo caminó en el templo a un lugar donde todos pudieran verlo, vio al cobrador de impuestos. Probablemente movió su cabeza y se dijo a sí mismo: ¡Ese tramposo! Si yo fuera él, ni siquiera vendría al Templo. ¿Quién se cree que es? ¡Dios nunca oirá su oración!
Luego, solo pensando en lo bueno que él era y despreciando a los que estaban a su alrededor, el fariseo levantó su cabeza y oró diciendo “Dios te agradezco que no soy como los otros hombres. ¡No soy ambicioso, deshonesto, impuro, ni tampoco como ese cobrador de impuestos! Ayuno dos veces a la semana. (Era más de lo que exigía la ley) Doy la decima parte de todo lo que tengo”.
El fariseo terminó su oración. ¿Pidió algo? ¿Recibió algo? ¡No!, él estaba hablando orgullosamente consigo mismo.
El Señor Jesús continuó la historia. Dijo que el cobrador de impuestos permaneció en un lugar donde no se hacía notar. Ni siquiera levantó su cabeza. Al contrario, la mantuvo inclinada y golpeándose el pecho oró: “Dios, ten misericordia de mi, pecador”, Se consideraba el peor de los pecadores del mundo.
Comparada a la oración del fariseo, la oración del cobrador de impuestos fue corta. Pero, ¿Cuál crees tú que fue la mejor? ¿Cuál escuchó el Señor?
Jesús le dijo a la gente: “El cobrador de impuestos se fue a casa perdonado por Dios. (Su pecaminoso corazón quedó limpio). El fariseo no fue perdonado. (Su corazón oscurecido por el pecado no fue limpiado). Todo aquel que se enaltece, será humillado, y el que se humilla será ensalzado”. El Señor Jesús terminó su historia. La gente comprendió lo que El les estaba enseñando.

Aquellas oraciones que suenan muy bonitas y que son muy largas no siempre son oraciones correctas. Lo que vale es lo que está en el corazón. El fariseo es como un vaso que está limpio por fuera pero sucio por dentro (Mateo 23:25). Sin embargo, al cobrador de impuestos le preocupaba su interior. Le pidió a Dios que limpiara su corazón. Debido a que su oración fue contestada, su corazón quedo limpio por dentro. Llegar a obtener esta limpieza de corazón es de suma importancia para el Señor. La Biblia nos dice: “Si en mi corazón hubiese yo mirado (aprobado) a la iniquidad (pecado), el Señor no me habría escuchado” Salmo 66:18.
El fariseo tenía pecado en su corazón. Era orgulloso. Y el Señor no escuchó su oración. El cobrador de impuestos le confesó a Dios su pecado. Nos dice 1ª Pedro 3:12: “Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen mal”. Dios, que ve el corazón, sabía que el fariseo, un hombre aparentemente bueno, estaba en un gran pecado: el orgullo. El cobrador de impuestos al reconocer su pecado y pedir perdón, fue visto por Dios como “justo”.
Ahora hablemos de tus oraciones. ¿Oras al Dios verdadero, al único que puede escuchar y responder oraciones? ¿Le has confesado a Dios tus pecados como lo hizo el cobrador de impuestos? ¿Le has pedido a Dios que perdone tus pecados? Si lo has hecho, entonces tus pecados han sido perdonados y tú puedes conversar con Dios acerca de cualquier cosa. El te oirá.

Recuerda estas cuatro cosas, si puedes, escríbelas en un cuaderno:
1. Orar es conversar con Dios.
2. Solamente el Dios vivo y verdadero puede escuchar y responder oraciones.
3. Dios oirá la oración de cualquiera que confiese su pecado y pida perdón.
4. Cuando tu pecado ha sido perdonado, puedes hablar con Dios acerca de cualquier cosa.

LECCION 1: EL FARISEO Y EL PUBLICANO.
Hoy aprendí:
1. Orar es _ _ _ _ _ _ _ _ _  con Dios.
2. Solamente el Dios vivo y verdadero puede _ _ _ _ _ _ _ _  y _ _ _ _ _ _ _ _ _  oraciones.
3. Dios oirá la oración de cualquiera que confiese su _ _ _ _ _ _  y pida _ _ _ _ _ _ .
4. Cuando tu pecado ha sido perdonado, puedes hablar con _ _ _ _  acerca de
cualquier _ _ _ _ .
Porque los ojos del Señor están sobre los justos,
y sus oídos atentos a sus oraciones…” 1ª Pedro 3:12.
 (Agradecimientos a "LA BIBLIA ILUSTRADA. NUEVO TESTAMENTO.TOMO 9. LA ORACION".

LECCIONES PARA PRIMARIOS. TEMA: LA ORACION.

Introducción: En la Escuela Dominical hay enseñanzas para todas las edades: Párvulos, Principiantes, Primarios, Intermedios, Juveniles, Jóvenes y Adultos. Esta serie de lecciones que iré subiendo a la red periódicamente, están contempladas para la clase de Primarios, para niños y niñas entre 9 y 11 años.
En la clase de Primarios se lee la Palabra del Señor, se cantan alabanzas a Dios y se ora por las gratitudes y peticiones que cada uno de los niños presenta y se les enseñan historias bíblicas, en las cuales siempre hay una aplicación para su vida diaria, para que estas pequeñas vidas den testimonio de las maravillas de Dios en el medio en que se desenvuelven: hogar, escuela, amigos, etc.
Pero lo más importante es guiar los niños al Señor Jesucristo, para que le reciban como Señor y Salvador de sus vidas.
Que el Santo Espíritu guie estas enseñanzas y que sean de bendición tanto para niños(as) como tambien para los maestros.