UN REPASO DE LA LECCION ANTERIOR…
La clase pasada conocimos la historia llamada “La viuda insistente”, esta mujer se acercó en tres oportunidades a pedirle al juez que la librara de su enemigo, en todas estas oportunidades su caso no fue escuchado por este juez, que era malo, no temía a Dios ni al hombre. Pero en la tercera oportunidad, este juez ya no soportó más la insistencia de esta mujer y porque era tan molesta para él, le hizo justicia, escuchó su caso y le solucionó su problema.
Esta historia que el Señor Jesús contó a sus discípulos nos enseña a insistir en la oración, no desmayar en nuestra súplica por nuestra necesidad.
En este periodo mientras esperamos su respuesta, debemos buscar su voluntad y creer que Dios sabe lo que es mejor para nosotros y el momento justo para dárnoslo.
La lección:
Nuestro Dios no es como otros dioses. No es como los ídolos de oro, plata, madera o piedra. Él no es como el dios sol, la diosa luna o cualquier otro tipo de dios.
Realmente es Dios quien ha creado todas estas cosas que algunas personas adoran como dioses. Nuestro Dios es el Creador de todo.
Hizo los profundos océanos, las altas montañas, los grandes árboles y los fuertes animales.
Pero también hizo cosas pequeñas. (Vea Job 36:27; Sal. 147:16) Hizo cada gota de agua, cada copo de nieve, cada grano de arena y el insecto más pequeño. Él ha hecho el pasto, las flores y las aves. Pero lo más maravilloso de todo es, que te hizo a ti y a mí.
De todo lo que Dios ha hecho sobre la faz de la Tierra a quien más ama es a la gente.
Es muy difícil para nosotros poder imaginarnos que Alguien tan grande, tan sabio y tan bueno como Dios pueda preocuparse por nosotros y amarnos tanto. Pero así es. Debido a que nos ama tanto, también desea conversar con nosotros por medio de su Palabra, la Biblia. Y desea que nosotros conversemos con Él. Conversar con Dios es orar.
Las personas de diferentes partes del mundo tienen variadas ideas acerca de lo que realmente es la oración. Para algunos, el nombre de Dios es como un amuleto mágico contra el mal. Creen que si simplemente pronuncian el nombre de Dios estarán a salvo de todo daño. En ciertas partes del mundo, hay personas que creen que cada vez que mencionan el nombre de Dios pronuncian una oración. De manera que repiten su nombre una y mil veces desde la mañana hasta la noche.
Otras personas al orar usan una serie de cuentas (semillas, perlas, etc.) unidas entre sí por medio de un cordón. Van tocando una a una de las cuentas conforme repiten una oración o el nombre de su dios; de esta manera llevan el control de sus oraciones. Estas series pueden tener de cincuenta a cien cuentas.
Cuando tantas personas tienen ideas tan diferentes acerca de la oración, ¿cómo podemos saber ciertamente lo que realmente es la oración?
¿Cómo podemos responder preguntas como éstas?:
-¿Cuál es la mejor hora para orar?
-¿Cuál es el mejor lugar para orar?
-¿Cuáles son las reglas de la oración?
-¿Por quién debemos orar?
La Biblia nos da las respuestas. Y debido a que es la Palabra de Dios, estas respuestas son correctas. Veamos lo que tiene que decir acerca de la oración.
1. ¿Cuál es la mejor hora para orar?
Sin responder directamente la pregunta, el Señor Jesús nos mostró con su ejemplo cuándo debemos orar.
Se nos dice que “Él fue al monte a orar, y continuó toda la noche orando a Dios” (Lc. 6:12). Tenía que estar seguro de la voluntad de Dios porque el día siguiente iba a escoger a sus doce discípulos. En la quietud de la noche, conversó con su Padre. La noche es una buena hora para orar.
En otro pasaje leemos: “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (Mr.1:35). En la oscuridad, el Señor Jesús se encaminó hacia un lugar tranquilo donde con la primera luz de la aurora, pudiera conversar a solas con Dios. Aquel iba a ser un día sumamente ocupado y agotador. Por esa misma razón, sin duda, se levantó tan temprano. Iba a necesitar la fuerza y sabiduría que Dios podía darle a esas horas en respuesta a su oración. (Vea Is. 40:28-31).
En otra ocasión se dice: “Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar” (Mr. 6:46). ¿Qué hora era? Era la tarde del día. Había sido un día muy lleno de actividades. Hubo noticias tristes. (Juan el Bautista, un amigo de Jesús, había sido asesinado por el rey Herodes). Él y sus discípulos habían cruzado el lago en un bote. Había pasado casi todo el día enseñando a miles de personas. Luego había realizado un milagro glorioso: alimentó a cinco mil hombres (además de las mujeres y niños), usando el almuerzo de un muchachito. Había sido un día muy agotador. (Vea Mr.6:14-46) Pero el Hijo de Dios terminó el día orando a su Padre.
Cierta persona que vivió cientos de años antes que el Señor Jesús, escribió en la Palabra de Dios: “Tarde y mañana y a medio día oraré…” (Sal. 55:17). Y el mandato para nosotros es: “Orad sin cesar” (1ª Tes.5:17).
¿Cuál es la mejor hora para orar? Cualquier hora del día o de la noche. (Vea Sal.139:1-12) Dios nunca está demasiado ocupado para escuchar a sus hijos. Y, debido a que Dios es tan grande y poderoso, puede oír al mismo tiempo las oraciones de todos sus hijos.
2. ¿Cuál es el mejor lugar para orar?
Nuestro Dios – el Dios vivo y verdadero – está en todas partes a la vez. (Vea Sal. 139; Pr.15:3) No hay ningún lugar donde Dios no pueda oírte, y te oirá si tu corazón es aceptable ante Él (limpio de pecado). Puedes orar donde quiera que te encuentres.
El publicano oró en el templo. Ciertamente podemos orar en el templo o en cualquier otro lugar, no importa que estemos rodeados de personas.
El Señor Jesús oró a solas en el monte. A veces es importante que nos apartemos de otras personas cuando oramos.
Cuando Jesús instruyó a sus discípulos acerca de la oración, empezó diciendo: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Vea Mt.6:6).
Es necesario escoger un lugar especial y tranquilo donde puedas hablar a solas con Dios a ciertas horas todos los días. ¿Tienes tú un lugar?
En las lecciones anteriores de esta serie, hemos señalado entre otras cosas, que cuando oramos debemos: adorar a Dios; pedir la voluntad de Dios; confesar nuestros pecados; orar con un corazón perdonador. Agreguemos ahora unas reglas más para la oración. (Espero que incluyan estas reglas en su cuaderno).
3. Reglas para la oración.
(a) Debemos orar con fe. (Vea Mt.21:22; 1ª Juan 5:14,15).
Debemos creerle a Dios y confiar en Él sabiendo que su respuesta (ya sea “sí”, “no”, o “espera”) es la mejor.
Un joven recién convertido estaba haciendo su primera oración en público. Cuando terminó no sabía cómo cerrar su oración. Entonces, levantando sus manos, terminó diciendo: “Esperamos oír pronto tu respuesta”. Mostró que estaba orando con fe.
(b) Debemos orar en el nombre de Jesús (Jn.14:13,14).
Orar en el nombre de Jesús, significa que estamos en la presencia de Dios como consecuencia de lo que Jesús ha hecho por nosotros – no porque seamos buenos. Nuestros pecados han sido lavados con la preciosa sangre de Jesús y hemos sido vestidos de la justicia de Dios.
(c) Debemos orar con alabanza y agradecimiento. (Fil.4:6)
La oración no es simplemente para pedir y pedir. Hay que dedicar tiempo para adorar a Dios, agradeciéndole lo que Él es y todo lo que Él ha hecho.
Y ahora la última pregunta:
4. ¿Por quién debemos orar?
(a) “El pulgar”, que está más cerca al cuerpo, representa a aquellos seres cercanos y queridos de nosotros, nuestra familia: papá, mamá, abuelos, amigos íntimos, gente con la que nos vemos día tras día. Oremos por ellos.
(b) El segundo dedo, “índice”, es el que nos recuerda orar por aquellos que señalan la cruz de Cristo y enseñan el camino de la salvación: pastores, maestros de escuela dominical, evangelistas, misioneros.
(c) El tercer dedo, “medio”, nos recuerda aquellos que tienen autoridad: el presidente de la república, los dirigentes de nuestro país (ministros, senadores, diputados, alcalde, etc.) Dios nos ha mandado que oremos por ellos (1ª Tim.2:2).
(d) El cuarto dedo, “anular”, considerado el más débil, nos recuerda a aquellos que están enfermos, o pobres o en problemas, dificultades.
Satanás, el enemigo de Dios y de nosotros no quiere que oremos. Él no quiere que tú creas en Dios. ¡No caigas en sus engaños! Aparta un tiempo para orar todos los días. Haz del caminar y conversar con Dios una parte de tu vida. (Sal.37:3-7).
APRENDE DE MEMORIA:
“Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones…” 1ª Pedro 3:12.
COROS:
VAMOS A ALABAR A JEHOVA CON PANDEROS Y ARPAS
HAY MILLONES DE NIÑOS
JEHOVÁ REINA
EL AMOR DE DIOS ES MARAVILLOSO
DIOS CONTESTA LA ORACION
DEMOS GRACIAS AL SEÑOR
ALABARÉ
TE ALABARÉ
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